Nuestra intención, era llegar de
madrugada al lugar en el que todos los años, tenemos la oportunidad de
disfrutar del campeo de las grullas. Las previsiones meteorológicas nos
hicieron desistir, pues la niebla ya se había establecido la noche anterior en
Salamanca. La verdad es que nos hubiese dado igual, pues la niebla seguía
consistente y la carretera en algunos tramos era un bloque de hielo.
La niebla también parece alterar
un poco las costumbres de estas aves, y gracias a ella tomamos estas imágenes,
desde el borde de la carretera.
Ya de camino a los encinares nos topamos con este gavilán,
en lo alto de un silo de cereal, lugar en el que lo observamos ya el año
anterior.
Y apenas cinco kilómetros más
adelante, y como ocurre desde hace muchos años, las grullas eran dueñas del
cielo y de los grandes encinares.
Preciosa serie de fotografias Juan!
ResponderEliminarMe quedo sin dudarlo con la tercera, precioso paisaje, con sol incluido, para colgarlo de la pared!
El frío valió la pena.
Pablo L.